Los padres a menudo creen que sus hijos en el EA son "mañosos" con la comida. Sin embargo, ellos no lo son, porque son comedores sensorialmente selectivos. Las razones fundamentales deben ser por los estímulos sensoriales, es decir, el sabor, la textura, el color, el olor y la temperatura.
Las personas en el EA pueden tener una dieta muy
limitada debido a algunos de estos estímulos sensoriales mencionados
anteriormente. Por ejemplo, puede ser asqueroso para ellos porque “no están
dispuestos a comerlos” y, además pueden sentir náuseas y mareos con sólo mirar
u oler una comida que no les guste. O incluso al escuchar su nombre.
También con respecto a la sensibilidad alimentaria, es
importante saber que las personas en el EA pueden no filtrar información
sensorial de la misma manera que lo hace una persona neurotípica, lo que
resulta en crisis sensoriales que son percibidas como “berrinches” cuando son
presionados a probar nuevas comidas.
Además, existen otro estigma con los adolescentes y
adultos en el EA que comen “comida para niños” (ejemplo: Nuggets de pollo), es
decir, comen las mismas comidas de manera repetitiva o que tienen una dieta
limitada debido a sus grandes sensibilidades sensoriales.
En el ámbito sensorial, algunas personas en el EA no
soportan comer alimentos cuando están mezclados o cuando están en un plato
varios alimentos. Entonces lo mejor es reducir las opciones de alimentos a dos
o tres.
Si hay que introducir un nuevo alimento, es mejor
hacerlo en pequeñas porciones o incluso en un plato aparte. La idea de esto es
hacer que la persona al ver este alimento se vaya acostumbrando a él y llegue a
un punto en que se anime a probarlo sin que sea necesario forzarla.
Nunca engañen a la persona en el EA disfrazándole un
nuevo alimento con la comida que más le guste, porque su sensorialidad es tan
poderosa que va a detectar cualquier variación, más aún si se trata de un
alimento que les gusta y que consumen con bastante frecuencia. Esto aumentará
su desconfianza e incluso puede hacer que la persona rechace alimentos que
antes les gustaban.
Es muy importante enseñarle a la persona en el EA a
reconocer las señales de su cuerpo, es decir, cuándo está satisfecho, cuándo
debe parar de comer y también cuándo tiene hambre. La manera de hacer esto es
regulando las porciones de alimentos y vigilando el consumo de líquidos.
Hay que evitar los entornos ruidosos y sobrecargados
de estímulos, ya que comer en medio de una sobrecarga sensorial para una
persona en el EA es casi imposible. No hay que obligar a la persona en el EA a
soportarlos. En cambio, hay que darle tiempo para que pueda tolerarlos mejor y
si no resulta, llevar a la persona a un lugar tranquilo.
Los padres deben respetar cuando sus hijos en el EA se niegan a comer algo, y no tratar de obligarlos a comer algo que no quieren. Menos aún, cuando se trata de recurrir a terapias cuestionables que les restringen el acceso a sus comidas favoritas, hasta que logren un comportamiento adecuado. Es increíblemente abusivo si es la única comida que comerán.
Se espera que las personas en el EA cambien y amplíen completamente sus dietas, es solo otra forma de obligarlos para que se acomoden a las personas neurotípicas. Es importante respetar las decisiones de una persona en el EA de no comer ciertos alimentos específicos o de comer el mismo alimento una y otra vez. Sus necesidades sensoriales deben ser tratadas con dignidad y respeto.